martes, 27 de septiembre de 2016

Senderismo - Ruta del Cares‏

Amenazando lluvia, y después de más de un mes sin hacerlo, el club de Senderismo tomaba la decisión de hacer una de las rutas más solicitadas tanto por socios como no socios y emprendía su aventura en este mes de septiembre a la famosa “Ruta del Cares”, con salida en Posada de Valdeón (León) y llegada a Poncebos (Asturias), con 20 kilómetros de distancia.
Y la respuesta no pudo ser más positiva, 84 personas hicieron su inscripción (aunque al final fueron 81 los excursionistas) y con dos autobuses salían de La Bañeza para, después de una breve parada en León para cambiar de autobús y un reparador café, ya cerca de Posada de Valdeón, en Riaño, llegaban a la línea de salida y emprendían la ruta, llegadas casi las doce de la mañana.
Un primer tramo de 9 Kilómetros hasta la localidad de Caín, que debido a un corte en el camino de a pie tuvieron que hacerlo por carretera, algo más duro para las piernas al ser de aglomerado y bajando muchas cuestas, lo que castigaba algo más a los caminantes que a pesar de ello lo tomaron con humor.
El tiempo, extraordinario, ni frío ni calor, permitía ir cubriendo metros sin apenas sudar, con una temperatura que venía bien para ir calentando los cuerpos y no añadía más problemas a lo que iba a ser la Ruta más larga de las realizadas hasta el momento por él Club.
Muchos de los asistentes, ya la habían realizado, algunos más de una vez (hasta 10 decían algunos que la habían hecho) y así, entre afables conversaciones y anécdotas se llegó a la primera parte del destino, Caín, lugar aprovechado para descansar y comer, había que reponer fuerzas para el segundo tramo, el más bonito y el más duro y largo.
A las tres, y después de más de una hora de descanso, se reanuda la marcha y los caminantes tenían ganas, en algunos momentos, y a pesar de las magníficas panorámicas y los preciosos lugares, la larga cola de asistentes se perdía entre las curvas de la ruta.
Los maravillosos paisajes, los grandes barrancos, el camino en este primer tramo de ruta en perfecto estado, el pasar por túneles, grutas y pasadizos preciosos, y con el ruido del rio Cares acompañándonos todo el camino, hacen de esta ruta una de las más bonitas de nuestra provincia y con una muy merecida fama, no en vano en ella nuestros antepasados astur-leoneses libraron batallas contra moros, franceses y demás ejércitos invasores.

Por si fuera poco, la compañía cada poco de solitarias cabras que ni se inmutaban a nuestro paso e incluso se dejaban acariciar y fotografiar, hacían más ameno y espectacular el paseo.
Los árboles, ahora un castaño, ahora una higuera, ahora un laurel, ahora un nogal o un madroño, o arces, realmente todo fantástico para la vista.
Y, como no, el río, ese río que dejaba cascadas y curvas, donde alguna trucha subía entre la corriente del agua, y donde gota a gota iban creciendo pequeños regueros que iban a terminar inevitablemente al río. O ese brote de agua entre las rocas, que hacen pensar de donde sale ese montón de agua, que cae por un agujero y llega al río en plena ladera. ¿Cómo puede ser que de un agujero de las rocas brote la tremenda cantidad de agua que cae?
Lo dicho un espectáculo grandioso, y que lo hace más maravilloso al ir acompañado por un grupo tan numeroso, que no hace sino alegrarlo más, cuando ves las caras de satisfacción y los cientos de curiosidades que a todos les llaman la atención.
Cuando ves el maravilloso paisaje, en pleno otoño, piensas en todas aquellas personas que no lo ha visto o que se lo está perdiendo, porque realmente es una lástima perderse semejante espectáculo.
Y así entre paso y paso, llegamos a la parte final de la ruta, la más dura, la menos bonita, y cuando más cansado está el cuerpo, la parte de Picos de Europa que ralla con Asturias. Pero poco a poco, con mucha paciencia, vamos subiendo la pequeña montaña de apenas 800 -1000 metros, para iniciar luego el largo descenso por un camino muy duro y complicado y donde ya las fuerzas empiezan a flaquear, pero que en pocos minutos lo dejamos atrás para, después de un reparador y breve descanso, y un pequeño refrigerio, subirnos a los autobuses e iniciar el viaje de vuelta casa que, en esta ocasión y sin que sirva de precedente, fue más silencioso y tranquilo que en otras ocasiones, sin duda la larga marcha había surtido efecto y los cuerpos, aunque satisfechos, estaban terriblemente cansados.
La llegada a La Bañeza, a las once de la noche, (también algo mas tarde de lo habitual), hizo que apenas tuviéramos tiempo de despedirnos, todo el mundo deseaba llegar a casa y reponer fuerzas en espera de la próxima ruta, que será a mediados de octubre y qué desde ya, se empieza a preparar.

No hay comentarios:

Freestyle