domingo, 13 de noviembre de 2016

Crónica de la Ruta del Alba del Club de Montaña Teleno

E García.



No había amanecido y una veintena de valientes aventureros ya se había levantado para emprender una nueva aventura. El Club de Montaña Teleno se desplazaba a tierras astures a disfrutar de la naturaleza, de los barrancos, de las cascadas, de los preciosos hayedos y del color de los bosques en otoño, que combinan unos preciosos verdes con tonos ya dorados y rojos, esta vez en una sencilla aventura de senderismo, de 7 horas, dificultad técnica baja, y 19 kilómetros (con otra opción, más sencilla, para los menos experimentados, de 14 km 400 metros). 

Las hojas secas confieren otro color y calidez especial a los bosques caducos de nuestra cordillera. Y nada más atractivo para esta nueva aventura que el Parque Natural de Redes.

7.50 de la mañana y, algunos con lagañas en los ojos por tanto madrugón –y eso que alguno nos vinimos de cenas de sociedad sin quedarnos hasta muy tarde–, empezaban a llegar a la puerta de la cafetería del Infanta Mercedes donde 10 minutos después se iniciaría la aventura. Llegaba el autocar de Gelo.

Asturias, nuestro destino. Mientras nos aproximábamos salió el sol: amanecía. Pero la ilusión nos llegó hasta el negrón. En tierras astures llegó el orvallo que ya no se quiso separar de nosotros durante toda la jornada.

Eran las diez de la mañana cuando aparcamos en Felechosa con la idea de complicar un poco la ruta del Alba. A estos chicos y chicas intrépid@s todo les parece poco, y los 14 kilómetros eran un paseo, así que querían más. Y decidieron atravesar toda la montaña ascendiendo 625 metros desde la localidad de Felechosa, donde paramos a desayunar o tomar un nuevo café, añadiendo a la ruta más dificultad hasta alargarla de 14 a 19 kilómetros. Un precioso hayedo acompañó a los intrépidos aventureros los primeros kilómetros… junto al orvallo, la niebla y ¡¡el barro!! La senda se acabó y hubo que atravesar por mitad del bosque y tomar una reguera como senda… y había agua, ¡¡y barro!! Toda una experiencia. Hubo que vadear varias veces el río hasta llegar al refugio, a las 3 de la tarde, donde cansados, comieron el bocadillo.
Hasta allí habían llegado haciendo 7,4 km en vez de 10 km, los que optaron por la ruta fácil… que no lo tuvieron tan complicado pero tuvieron de ascenso lo que para el resto del grupo sólo fue bajada.

Había escampado. No salió el sol, pero el receso de la fina lluvia de Asturias nos hizo poder contemplar mejor el precioso paisaje. Ante nosotros se abría el río Alba –que desemboca en el Nalón–, que bajaba cargado de agua por el deshielo de las primeras nieves de este otoño caídas la pasada semana. El rugir del agua, bien en torrente, bien en cascadas, ya nos acompañó todo el camino, los otros 7,4 kms. 
Los cansados montañeros, con la ropa llena de barro hasta las rodillas, no pudieron más que sonreír al contemplar el bello paisaje y sacar las cámaras y móviles para fotografiar dos grandes cascadas que se precipitaban desde metros de altura al río entre el verdor brillante del musgo crecido gracias a ellas en las rocas.
El color dorado del bosque, ahora de castaños, nogales y avellanos –algunos cogimos en nuestras alforjas castañas, aunque hubo algún ‘telenista’ que ya las llevaba asadas y las compartió con todos en nuestra parada en el refugio–, nos acompañó en esta etapa.
El paisaje, maravilloso, del bosque en todo su esplendor, nos acompañó, ya de bajada, hasta Soto de Agues, donde llegamos a las cinco.

He de decir que en la ruta coincidimos con el atleta bañezano de apadrinamiento, Pablo Villa, que también había hecho con sus amigos, esa jornada, la ruta del alba desde Soto de Agues a Soto de Agues (subida hasta el refugio 7,4 km, y luego bajada, completando así 14,8 kms.)

Y en Soto de Agues algunos lavaron las botas, otros recogieron castañas, y todos nos tomamos un café en el bar tienda del pueblo, cuyo dueño conocía La Bañeza por las motos, y nos envió recuerdo para Dani/Dúncan, el fotógrafo, con quien había departido hacía una semana.


El día llegaba a su final. En otoño a las 6 ya se hace de noche. Y emprendimos la vuelta en autobús, todos cansados –muchos se durmieron en su asiento– pero contentos por la magnífica aventura vivida, pensando en regresar o verse las caras pronto, de nuevo, en otra nueva aventura del Club de Montaña Teleno.



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