miércoles, 26 de septiembre de 2018

XXXII RUTA DE SENDERISMO – 23/09/2018 EL BOSQUE DE HORMAS – RIAÑO (LEON)



Vuelta a la actividad del grupo de Senderismo y con qué ganas emprendieron la salida los 52 senderistas para realizar una ruta con algunas variaciones con respecto a otras.
En primer lugar, el sitio de salida. Por eso de cambiar un poco las rutinas la salida del Autobús se hizo desde el Bar Ulises, en el parque infantil, lo que, como es lógico a algunos les vino mejor y a otros peor, por eso de la distancia desde casa, pero, como lo que se trata es de andar, tampoco hubo muchas quejas.
La segunda novedad es que por primera nuestra guía particular María Jesús, no había realizado anteriormente la ruta, algo comprensible cuando la misma era guiada por un experto de la zona ya que el lugar visitado era y es un espacio protegido por lo que hay que pedir permisos e ir acompañado, por tanto tampoco hacía falta saberse el recorrido, para eso estaba el guía “Marcos”, por cierto súper amable, simpático y explicando en todo momento cientos y un detalles de un paisaje espectacular y con un tiempo digno del mejor verano, a pesar de que al principio una pequeña niebla hizo dudar de llevar o no chaqueta. No hizo falta, el sol calentó de lo lindo y al final sobraba todo.
El recorrido, como siempre, entre bromas, risas, jolgorio y por supuesto, vistas espectaculares de los impresionantes paisajes de la zona de Riaño y su embalse.
Y es que, el bosque de Hormas es un lugar especial de la montaña de Riaño, muy amplio, en el que los valles y los arroyo van a parar al rio Hormas y desemboca en el pantano.
En estos valles de montañas muy elevadas (hasta de dos mil metros), hay árboles centenarios, osos, urogallos, así como animales salvajes que hacen de esta reserva un lugar muy interesante para los biólogos.
No vieron ningún oso nuestros senderistas, y es que es de imaginar que viendo la animación del grupo, fueran estos los que se alejaran asustados por el ruido.
Tras ver el valle, nuestros caminantes iniciaron el descenso por el borde de la montaña hasta llegar a las praderas, siempre con el rio Hormas a nuestro lado y donde comieron (con el agua en los pies) el grupo de senderistas, entre el alborozo de unos y la frescura del lugar, lo que hizo que el final del camino algún/a valiente arrancara en canticos y así el último trozo se hizo aún más simpático. (Y eso que el lugar era para ir tranquilo…que si no)
Con todo hecho, regreso a La Bañeza y resumen de anécdotas, ya sentados algunos de ellos con un chocolate con churros y las risas de los que escuchaban las bromas acaecidas en una ruta realmente preciosa.
Si, si, ya estamos preparando la próxima…. hay algunos/as….muy impacientes.

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