Esta vez sí, esta vez llovió….y mucho. Y nos mojamos.
Pero, qué más da. Con buen ambiente, con risas, con ganas, con ilusión, con….alegría se inicio la ruta a las 9 de la mañana y los 76 participantes disfrutaron de una jornada, pasada por agua, pero muy amena.
Alguno….se durmió, primera anécdota de la jornada, pero tenía tantas ganas de ir que lo tuvimos que esperar en Nogarejas para que llegara (el retraso fue de escasamente 5 minutos), pero para él tuvo su ración de aplausos.
Ya en La Baña, un cafelito para calentar y coger fuerzas y emprender la caminata de 9 Kilómetros que luego, por eso de llegar al punto de salida y una pequeña visita al museo de “El Cazario”, se alargo hasta los 12-13, pero…que más da.
Allí, en el Museo, nos atendió muy amablemente Josefina, y nos obsequio con un CD del museo para cada uno, algo de agradecer ya que el precio fue muy económicamente, 0 Euros.
También muy amablemente nos atendieron en los dos bares abiertos en el pueblo, especialmente Carmen, que conocía a alguno de los excursionistas y estuvo muy atenta a todo lo que le pedíamos (Por cierto, la lotería de Navidad se la quitaron de las manos)
Y, ya puestos en materia, caminando, caminando, un poco de agua por el suelo, un poco de agua por los regueros, un poco de agua por los ríos, un poco de agua por el cielo, y, paisajes preciosos, entre vacas, ovejas, perros, corderos, gallinas y un sinfín de animales que hicieron las delicias de todos, especialmente los dos corderos que nos enseñaron a última hora y que alguno quiso tener de recuerdo sacándose fotos de ellos.
El arco iris, compañero de viaje en toda la mañana, en los pocos espacios del día en que salía el sol tímidamente y nos dejaba contemplarlo, hizo que algunas fotos nos dejaran para el recuerdo grandes paisajes y preciosas vistas.
Por fin, llegamos a nuestro objetivo, la catarata de Fervienza, que, como uno de nuestros “sabios” caminantes dijo, era una incongruencia, ya que Fervienza en Leones, significa Catarata, es decir el lugar se llama Catarata de Catarata, y es que en este grupo cada día se aprende algo.
Una cascada que a pesar de traer una considerable cantidad de agua, era bastante poca para lo que suele ser habitual y que luego pudimos comprobar en uno de los
bares al ver alguna fotografía que nos mostraron, con un caudal infinitamente más grande que el que pudimos contemplar en nuestra visita.
Tras un reponedor bocadillo y las consiguientes fotos del lugar, así como un reparador descanso, iniciamos el regreso, por otro camino, pero que nos llevaría al mismo punto de partida y, eso si, con la misma “maravillosa” compañía de la lluvia. (Que suerte de los chubasqueros).
También precioso el pueblo de La Baña cuando, desde lo alto podíamos ir contemplándolo, con sus impresionantes cuatro canteras de pizarra y la diferencia de paisaje del monte y la montaña “mordida” por excavadoras, voladuras y demás medios humanos que impresionan al ver cómo se van comiendo materialmente la roca de las mismas.
Tras la llegada, la larga “serpiente multicolor” de chubasqueros y paraguas, hizo sus correspondientes pinitos por el pueblo, a ver esta casa vieja, a ver esta calle, a ver las paredes de pizarra con su sistema de sujeción con alcayatas, a ver …..cualquier detalle y cualquier cosa nos llamaban la atención, en una zona tan cercana a La nuestra y con un nombre tan parecido (LA BAÑA-LA BAÑEZA), pero tan distinta en costumbres de edificación y de vida, con todas sus cuadras y pajares preparados para el invierno, llenos de leña y de diferentes utensilios para combatir el frio, sus tejados de pizarra (no podía ser de otra forma), sus chalets, grandes y con dobles puertas y ventanas para luchar contra el frio que en breve aparecerá.
El regreso, tranquilo y con el horario previsto, 6 de la tarde en La Bañeza y a la espera de la próxima, que será pronto y esperamos que mejor y sin lluvia, aunque…..a algunos también nos gusta.
Club D. Atlético Bañezano