miércoles, 16 de octubre de 2019

LARIO - RIAÑO (LEON) 13-10-2019

Y llego la ruta número 44 y de nuevo nos toco un poco de lluvia. Es curioso, llevamos 4 de las últimas 5 rutas con agua acompañándonos, cuando anteriormente tan solo en dos tuvimos ese problema” meteorológico.
Pero, que sea para bien, que hay mucha sequía y tampoco eso impido a los 54 senderistas realizar una nueva ruta que, ya desde las 8:30 de la mañana, hora de salida, se les veía con ganas de caminar, de pasar un buen día y sobre todo, disfrutar de la Madre Naturaleza y de nuestra provincia.
A las 11:15, llegada al pueblo y café para entonar el cuerpo, un café que “curiosamente” a estas horas de la mañana nos costaba 1,20 euros y a la hora de comer 1,10, y es que esto de los precios del café no hay quien lo entienda ¿o si?, lo cierto es que cuando alguno se dio cuenta de la “mala” jugada decidió no tomarlo por lo que asunto resuelto.
Lario, pueblecito cerca de Riaño con el Rio Esla rodeando su entorno, cuenta con aproximadamente 85 habitantes y está rodeado de montañas, esas montañas preciosas de Picos de Europa, llenas de bosques de hayas, encinas, robles, chopos, sauces, acebos, avellanos, encinas, tejos, pinos, y, un sinfín de prados verdes y extensos, tan característicos de nuestra montaña y de Asturias, no en vano esta cerca el Principado y a veces es difícil saber cuándo se está en León y cuando en Asturias.
Foto de grupo y comienzo de la ruta, 9 kilómetros de forma circular pero primero la visita al “Pozo Grajero, lugar donde están enterrados algunos de los paseados de la Guerra Civil (tan de moda últimamente) y que los senderistas supieron apreciar y respetar, como no podía ser de otra forma. La verdad es que es, cuando menos, emotivo, como emotiva la placa que en ella figura y que dice lo siguiente “Viajero que, en mi tumba por azar te has detenido, anota mi nombre y apellido. Anota mi ciudad, di a mis amigos que aquí estoy enterrado, pues me extraña que, si lo saben, ninguno haya venido.” (Pasaje de Gabriel Celaya)
De allí, y ya en modo “ruta”, siguiente objetivo, con un día nublado, pero con paisajes preciosos, con morales que nos dejaban degustar sus sabrosas moras, con setas y boletus de un gran tamaño, la llamada ruta “Monte Ranedo” y, como la cosa se dio “más o menos” bien (¡¡¡hay las fotos cuanto retienen a muchos!!!), pudimos llegar al pueblo, a buena hora para degustar los ricos manjares guardados en nuestras mochilas.
De nuevo al pueblo y de allí, ya en el autobús y después de la anécdota del café, a Riaño, a hacer otra visita “obligada”, había poco tiempo, pero había que aprovecharlo, la cueva de "La Vieja del monte”, quien cuenta la leyenda, se encargaba de dar los reyes a los niños, reyes que consistían en frutos secos, pan y fruta.
Al final, los 9 kilómetros se convirtieron en 18 pero, que importaba, ya puestos y ante el espectáculo que se ponía ante nuestros ojos, con las montañas y el pantano de Riaño nadie quería volver, todos querían andar y andar, y eso que la lluvia, pesada ella no dejaba, aunque débilmente, de caer sobre nuestras cabezas.
Al final, lo lógico, las prisas por coger el autobús para que la cosa no se alargara y se pudiera estar a buena hora en La Bañeza, las ocho, y ras un exquisito café y churros en el lugar habitual, nos despedimos con las ganas de que llegue noviembre y volver a salir de ruta y con buena compañía.
Club D. Atlético Bañezano

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