miércoles, 1 de mayo de 2019

SENDERISMO: BALBOA-CANTEJEIRA (LEON)



Ruta no muy larga apenas 13 kilómetros, pero algo más dura de lo habitual que, después de la última a Frías, había que desentumecer los músculos y darles un poco de vidilla para que no se acomoden. 
Salida de los 45 senderistas bañezanos, que luego se convertirían en 46 (ya explicaremos él porque más adelante) y llegada a Balboa, con el correspondiente café, iniciamos una ruta que, además de las “dificultades” de la misma, nos quiso premiar con un tiempo completamente loco, pero que no solo no desanimo a los caminantes sino que hizo que aun fuera mas amena y juguetona de llevar. 
El ambiente húmedo y lluvioso hizo que el verde del camino fuera aún mas receptivo a los ojos de los senderistas que, comenzaban su andadura en Balboa para, luego en los primeros pasos unirse un inesperado visitante, un mastín blanco que nos acompañaría durante todo el camino, sirviéndonos de guía y, quien sabe si también de protector, y que por lo que nos dijeron después suele hacer lo mismo con todos aquellos que hacen la ruta. Buen compañero entonces y que obtuvo como premio que a la hora de la comida, algunos compartieran con el las viandas correspondientes. 
El camino, algo húmedo debido a la lluvia, hizo que atravesáramos algún puentecillo en la marcha, con riachuelos que llevaban corrientes continuas y preciosas de agua que hacían aun mas bello el paisaje, aunque en algunos momentos la senda se hacia resbaladiza y complicada y también se inclinara “hacia arriba” para eso de desentumecer músculos.
Y, la lluvia se convirtió en granizo y luego en nieve, lo que hizo que los chubasqueros del club le dieran colorido naranja a la larga fila de caminantes, que se tomaban con buen humor las inclemencias del cielo, y sacaban partido a la prenda naranja entregada hace 2 años por el club. Había que volver a sacarla después de mucho tiempo, lo que agradecieron los cuerpos para no mojarse en exceso. 
Y, llegamos a la payoza donde la secuencia de mesas y sillas de madera, tejado, figuras de todos los tipos (también de madera), candiles, y demás utensilios y cosas antiguas, hicieron las delicias de los asistentes,  esa hoguera para calentar manos y pies, y esas piezas de queso, chorizo, jamón, tocino, y…esas chuletas…y que chuletas hicieron que nuestros estómagos lanzasen un grito de alarma y …a comer. 
Y donde podíamos comer, refugiados del inclemente tiempo y buscando un poco de comodidad, pues….como no….en la “PAYOZA”
Y, algo de magia tenia el lugar pues el ambiente y la comida resultaron espectacularmente ameno, llegando incluso a realizarse un pequeño “espectáculo” de alzamiento de codo con la secretaria mientras que en la calle seguía cayendo una pequeña nevada pero muy gratificante para los ojos de los caminantes, calentitos en el precioso recinto. 
Tras pedir permiso para ello y ser concedido, allí cogimos fuerzas para seguir camino y aunque de nuevo el tiempo quiso jugárnosla, esta vez con sol, la catarata que pudieron ver nuestros ojos sirvió para compensar todas aquellas “penurias” que habíamos sufrido en el camino. Una verdadera preciosidad y que quedara en nuestra memoria y en las muchas fotos que se hicieron en ella para que con el tiempo podamos recordarla y, quien sabe, si volver a ella para volver a disfrutarla. 
Ya quedaba poco para volver, recogida en el autobús y tras la llegada a La Bañeza a algunos aún les pareció que el día había dado poco de si y fueron capaces de reunirse para degustar un fantástico chocolate en la Churrería Ulises y, como no, dar cuenta de los correspondientes churros que dejaron todavía mejor sabor de boca a la excursión realizada. 
Y, mientras se degustaba el manjar, como no, volvió a surgir la pregunta de todos los viajes, ¿y la próxima cuando…y adonde?, 
Pero el secretismo de la secretaria y el presidente no dio lugar a pistas, hay que esperar. 

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